Descubrimiento
La flor de
mayo o lirio de mayo pertenece al género Catleya, entidad descrita en 1824 y dedicada por J. Lindley
al horticultor inglés William Catleya, natural de Barnet, Inglaterra, un
personaje que se distinguió por recolectar plantas raras y coleccionar
orquídeas en sus invernaderos. Se conocen cerca de cincuenta especies de Cattleya,
todas ellas propias de las zonas tropicales de América. Por la vistosidad, el
tamaño de sus flores y la facilidad de cruzamiento con especies afines, varias
de ellas se han propagado y se cultivan en diversos países. Originalmente
fueron muy abundantes en las zonas de clima cálido y medio pero cada vez son
más escasas en su medio natural, aunque hoy se cultivan con relativa facilidad,
por lo que son objeto de abundante comercio.
La familia de las orquídeas, a la cual pertenece la
flor de mayo (Cattleyatrianae Lindl&Rchb. fil), es la más
abundante, tanto en la flora de Colombia como en la flora mundial; se calcula
que el número de especies es superior a 35.000. De hecho es la familia de
plantas que exhibe las características más avanzadas desde el punto de vista
evolutivo, motivo por el cual se encuentra en pleno proceso de diversificación,
circunstancia que se ve reflejada en la abundancia y diversidad de especies.
Las orquídeas son plantas herbáceas que forman
rizomas o seudobulbos sobre los cuales se desarrollan las hojas; aunque hay un
buen número de especies terrestres, la gran mayoría son epífitas, es decir que
se han adaptado para vivir sobre los árboles. Lo más característico de ellas es
la vistosidad de sus flores, marcadamente irregulares, y con los órganos
sexuales fusionados, donde los estambres y el pistilo se forman sobre la
columna, que es una prolongación del eje por encima de un ovario ínfero. Los
tres sépalos generalmente son iguales y su apariencia es similar a la de los
pétalos; los dos pétalos laterales son menores en tanto que el tercero,
denominado labelo, es mayor y más vistoso. Otra característica importante es la
de que ya no liberan el polen, sino que forman masas, llamadas polinios, que se
adhieren al lomo de algunos insectos para su dispersión. Se trata de un mecanismo
muy avanzado y que implica una evolución paralela entre las orquídeas y los
insectos que visitan sus flores.
La flor de mayo o catleya de Triana (Cattleyatrianae Lindl&Rchb.
fil), es propia de Colombia, pero alcanza a extenderse al territorio ecuatoriano.
Por la vistosidad y notable tamaño de sus flores fue incorporada a los símbolos
nacionales a partir de noviembre de 1936, para acompañar elementos tan
representativos como el himno, la bandera, el escudo, la palma de cera y la
esmeralda. Hasta entonces no se había pensado en una flor que identificara a la
nación, y su designación oficial se produjo como respuesta a una solicitud de
la Academia Nacional de Historia de la Argentina. Esta entidad, por encargo del
Jardín de Plantas de la ciudad de La Plata, indagaba sobre las flores
representativas de cada una de las naciones de América, con el fin de
cultivarlas para ser exhibidas en su recinto. La Academia Colombiana encargó al
médico, intelectual y naturalista Emilio Robledo la tarea de buscar la flor
nacional por excelencia, y a él se debe su selección como emblema
representativo del país. Robledo la sugirió con base en su extraña belleza,
dado que en el pétalo central luce los colores de la bandera colombiana, que
contrastan con el tono lila de los pétalos laterales y de los sépalos, así como
por haber sido dedicada al máximo botánico colombiano de todos los tiempos.
Aunque tan solo se incorporó a los símbolos nacionales en 1936, por su
vistosidad y por sus características morfológicas, desde tiempo atrás había
atraído la atención de no pocas personalidades. Por ello, resulta interesante
comentar varios hechos que precedieron a su elección como flor nacional.
En desarrollo de la Expedición Botánica promovida y
dirigida por José Celestino Mutis se prestó especial atención a las orquídeas;
muchas de ellas fueran bellamente ilustradas y ocuparon un sitio destacado en
los manuscritos y en el herbario; curiosamente la flor de mayo pasó casi
inadvertida entre sus congéneres, aunque desde 1783 ya se hallaba plenamente
identificada, como se puede deducir de los apuntes de Eloy Valenzuela, quien en
la relación correspondiente al 17 de septiembre describe la flor y el fruto de
la "flor de mayo o Epidendrumgrandiflorum" con bastante
detalle. La planta descrita por Valenzuela fue recolectada en los alrededores
de Mariquita; su descripción se hizo sobre el material fresco y se prepararon
los respectivos ejemplares de herbario; posteriormente se elaboraron dos
láminas, una iluminada en acuarela atemperada y la otra monocroma y de
manufactura un tanto diferente.
Ante la precaria información aportada por los
documentos de la Expedición Botánica, para reconstruir la historia de la flor
de mayo debemos avanzar ochenta años y dirigir nuestra atención a la Comisión
Corográfica. El responsable de las tareas botánicas en esta importante empresa
científica fue José Jerónimo Triana Silva. Este caballero, nacido en Bogotá el
22 de mayo de 1828 en el hogar del reconocido pedagogo José María Triana
Algarra y de Josefa Paula Silva, y a quien posteriormente fue dedicada la flor
nacional, fue un personaje polifacético; además de ser el más destacado de los
botánicos colombianos, se destacó como médico, investigador, químico, promotor
de nuevos productos, editor de obras oficiales y didácticas, funcionario
oficial y cónsul de Colombia en París, cargo que desempeñaba cuando falleció el
31 de octubre de 1890.
En 1867, cuando Triana ya llevaba diez años de
residencia en París, se preparaba una gran exposición universal y la Nueva
Granada era uno de los pocos países que no habían preparado una exhibición para
tal certamen. Triana, inflamado de espíritu nacionalista, consideró
imperdonable permanecer indiferente ante dicha circunstancia y resolvió
organizar un pabellón colombiano aprovechando los materiales de sus colecciones
para presentar una muestra de productos naturales. Primero consiguió un espacio
en el pabellón de Argentina pero no cupieron los materiales que había
preparado, tras lo cual, y merced a su amistad con los organizadores, a quienes
facilitó algunos materiales, logró un área mayor en el pabellón de Ecuador.
Allí montó la exhibición, utilizando ejemplares de herbario de las especies
útiles, muestras de maderas finas, cortezas, objetos hechos con fibras
entretejidas, gomas, resinas, colorantes y plantas vivas.