lunes, 27 de agosto de 2012


Descubrimiento




La flor de mayo o lirio de mayo pertenece al género Catleya, entidad descrita en 1824 y dedicada por J. Lindley al horticultor inglés William Catleya, natural de Barnet, Inglaterra, un personaje que se distinguió por recolectar plantas raras y coleccionar orquídeas en sus invernaderos. Se conocen cerca de cincuenta especies de Cattleya, todas ellas propias de las zonas tropicales de América. Por la vistosidad, el tamaño de sus flores y la facilidad de cruzamiento con especies afines, varias de ellas se han propagado y se cultivan en diversos países. Originalmente fueron muy abundantes en las zonas de clima cálido y medio pero cada vez son más escasas en su medio natural, aunque hoy se cultivan con relativa facilidad, por lo que son objeto de abundante comercio.
La familia de las orquídeas, a la cual pertenece la flor de mayo (Cattleyatrianae Lindl&Rchb. fil), es la más abundante, tanto en la flora de Colombia como en la flora mundial; se calcula que el número de especies es superior a 35.000. De hecho es la familia de plantas que exhibe las características más avanzadas desde el punto de vista evolutivo, motivo por el cual se encuentra en pleno proceso de diversificación, circunstancia que se ve reflejada en la abundancia y diversidad de especies.


Las orquídeas son plantas herbáceas que forman rizomas o seudobulbos sobre los cuales se desarrollan las hojas; aunque hay un buen número de especies terrestres, la gran mayoría son epífitas, es decir que se han adaptado para vivir sobre los árboles. Lo más característico de ellas es la vistosidad de sus flores, marcadamente irregulares, y con los órganos sexuales fusionados, donde los estambres y el pistilo se forman sobre la columna, que es una prolongación del eje por encima de un ovario ínfero. Los tres sépalos generalmente son iguales y su apariencia es similar a la de los pétalos; los dos pétalos laterales son menores en tanto que el tercero, denominado labelo, es mayor y más vistoso. Otra característica importante es la de que ya no liberan el polen, sino que forman masas, llamadas polinios, que se adhieren al lomo de algunos insectos para su dispersión. Se trata de un mecanismo muy avanzado y que implica una evolución paralela entre las orquídeas y los insectos que visitan sus flores.

La flor de mayo o catleya de Triana (Cattleyatrianae Lindl&Rchb. fil), es propia de Colombia, pero alcanza a extenderse al territorio ecuatoriano. Por la vistosidad y notable tamaño de sus flores fue incorporada a los símbolos nacionales a partir de noviembre de 1936, para acompañar elementos tan representativos como el himno, la bandera, el escudo, la palma de cera y la esmeralda. Hasta entonces no se había pensado en una flor que identificara a la nación, y su designación oficial se produjo como respuesta a una solicitud de la Academia Nacional de Historia de la Argentina. Esta entidad, por encargo del Jardín de Plantas de la ciudad de La Plata, indagaba sobre las flores representativas de cada una de las naciones de América, con el fin de cultivarlas para ser exhibidas en su recinto. La Academia Colombiana encargó al médico, intelectual y naturalista Emilio Robledo la tarea de buscar la flor nacional por excelencia, y a él se debe su selección como emblema representativo del país. Robledo la sugirió con base en su extraña belleza, dado que en el pétalo central luce los colores de la bandera colombiana, que contrastan con el tono lila de los pétalos laterales y de los sépalos, así como por haber sido dedicada al máximo botánico colombiano de todos los tiempos. Aunque tan solo se incorporó a los símbolos nacionales en 1936, por su vistosidad y por sus características morfológicas, desde tiempo atrás había atraído la atención de no pocas personalidades. Por ello, resulta interesante comentar varios hechos que precedieron a su elección como flor nacional.
En desarrollo de la Expedición Botánica promovida y dirigida por José Celestino Mutis se prestó especial atención a las orquídeas; muchas de ellas fueran bellamente ilustradas y ocuparon un sitio destacado en los manuscritos y en el herbario; curiosamente la flor de mayo pasó casi inadvertida entre sus congéneres, aunque desde 1783 ya se hallaba plenamente identificada, como se puede deducir de los apuntes de Eloy Valenzuela, quien en la relación correspondiente al 17 de septiembre describe la flor y el fruto de la "flor de mayo o Epidendrumgrandiflorum" con bastante detalle. La planta descrita por Valenzuela fue recolectada en los alrededores de Mariquita; su descripción se hizo sobre el material fresco y se prepararon los respectivos ejemplares de herbario; posteriormente se elaboraron dos láminas, una iluminada en acuarela atemperada y la otra monocroma y de manufactura un tanto diferente.

Ante la precaria información aportada por los documentos de la Expedición Botánica, para reconstruir la historia de la flor de mayo debemos avanzar ochenta años y dirigir nuestra atención a la Comisión Corográfica. El responsable de las tareas botánicas en esta importante empresa científica fue José Jerónimo Triana Silva. Este caballero, nacido en Bogotá el 22 de mayo de 1828 en el hogar del reconocido pedagogo José María Triana Algarra y de Josefa Paula Silva, y a quien posteriormente fue dedicada la flor nacional, fue un personaje polifacético; además de ser el más destacado de los botánicos colombianos, se destacó como médico, investigador, químico, promotor de nuevos productos, editor de obras oficiales y didácticas, funcionario oficial y cónsul de Colombia en París, cargo que desempeñaba cuando falleció el 31 de octubre de 1890.

En 1867, cuando Triana ya llevaba diez años de residencia en París, se preparaba una gran exposición universal y la Nueva Granada era uno de los pocos países que no habían preparado una exhibición para tal certamen. Triana, inflamado de espíritu nacionalista, consideró imperdonable permanecer indiferente ante dicha circunstancia y resolvió organizar un pabellón colombiano aprovechando los materiales de sus colecciones para presentar una muestra de productos naturales. Primero consiguió un espacio en el pabellón de Argentina pero no cupieron los materiales que había preparado, tras lo cual, y merced a su amistad con los organizadores, a quienes facilitó algunos materiales, logró un área mayor en el pabellón de Ecuador. Allí montó la exhibición, utilizando ejemplares de herbario de las especies útiles, muestras de maderas finas, cortezas, objetos hechos con fibras entretejidas, gomas, resinas, colorantes y plantas vivas.

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